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FEBRERO 2018
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Transitando el tercer año de gestión, esa
liberalización todavía no ocurrió.
Pero al calor de los acontecimientos, hoy los
principales actores de la industria (producto-
ras y fraccionadoras) coinciden en solicitar
una liberalización del producto. Raro, pero
es así. ¿Y por qué?
Veamos, a los fraccionadores hoy con la caí-
da de la demanda, tanto por la persistencia
de las temperaturas altas como de la merma
en la capacidad de los ingresos, sostener la
comercialización de los volúmenes de buta-
no con precio subsidiado se les complica.
En muchos casos, bajan los precios con el
único fin de no hacer caer su nivel de cupo.
Esto, puertas adentro de las empresas,
genera una menor rentabilidad, como así
también batallas de precio que en última ins-
tancia no benefician a nadie.
Por el lado de las empresas productoras,
tener disponibilidad de producto les permiti-
rá mejorar su perfomance exportadora, y a
sabiendas que el país necesita del ingreso
de dólares, es más que bienvenido. Tampo-
co les cierra el valor del subsidio que les da
el Estado para mantener el precio diferencial
a los fraccionadores.
A todo esto se le suma un nuevo perfil de
mercado. El pico máximo de consumo fue
en 2015 y que llegó a totalizar 730 mil tone-
ladas de butano para envasar, y en el último
año arañó las 650 mil toneladas. Los cam-
bios económicos provocaron un nuevo
hábito de consumo, llevando a tener consu-
midores más cautos y pensantes a la hora
de adquirir gas envasado. Tampoco escapa
que el poder adquisitivo del salario mínimo
de un argentino acumula una caída de 6,1%
en los últimos dos años, según un informe
de la Universidad de Avellaneda (Undav).
El dilema del mantenimiento o no de los
cupos, es un tema que genera debates,
aunque desde los pasillos de las petroleras
coinciden que el mercado terminará since-
rando los volúmenes de venta de cada
empresa.
Todos coinciden en liberar el mercado.