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En una encuesta
reciente que rea-
lizó la consultora
Ibarómetro, ocho
de cada diez
argentinos creen
que el Estado
debe ser el prin-
cipal responsa-
ble de asegurar
el bienestar de la
gente, y, en el
mismo porcenta-
je, debe tener incidencia en la econo-
mía en general.
Esto demuestra que el rol del Estado
en el negocio vendrá para quedarse,
en función de los nuevos aires que
merodean en la mayoría de los argenti-
nos. Una visión diferente a décadas
anteriores donde preferían su desman-
telamiento.
La consultora Ibarómetro preguntó
sobre el papel del Estado, en un
amplio estudio nacional de opinión
pública que involucró entrevistadas a
1200 personas
en todo el país,
respetándose las
proporciones por
edad, sexo y
nivel económico-
social.
Las
encuestas telefó-
nicas se hicieron
bajo normas ISO
9001:2000.
“El perfil pro
Estado no sólo
se nota cuando se pregunta por el
papel en el bienestar de la gente, sino
directamente cuando la referencia es a
la economía: el 71 por ciento de los
ciudadanos cree que debe haber una
fuerte intervención del Estado. Pero
esta tendencia también está en los
cambistas: el 61 por ciento, es decir
una clara mayoría, se pronuncia por
una activa intervención del Estado en
la economía. Los que están en contra
son pocos: apenas el 31 por ciento de
los cambistas”, dice el trabajo.
AGOSTO 2015
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La distribución por redes
Si uno se tomara el trabajo de hacer una
recopilación desde el primer número
hasta hoy, la cuestión tarifaria en las dis-
tribuidoras y subdistribuidoras de gas
por red sigue siendo la “noticia”. Desde
la ruptura de la Convertibilidad, devalua-
ción y cesación de pagos mediante, la
solicitud de rever las tarifas fue el recla-
mo constante que nunca tuvo respuesta
alguna.
Las únicas respuestas fueron soluciones
intermedias que no iban al fondo de la
cuestión: la tarifa. Se recategorizaron los
usuarios o se crearon cobros extra tarifa-
rios como el Focegas con fines determi-
nados, pero que en la práctica termina-
ron dando respuesta a las necesidades
del día a día, es decir se dirigió a los gas-
tos corrientes y sueldos.
Hay un dato claro que aclara la cuestión:
los subdistribuidores hoy venden el pre-
cio bruto de metro cúbico de gas a un
usuario residencial a un costo menor al
que le debe abonar al distribuidor al
momento de comprar. Este diferencial,
que muestra una realidad terrible, sólo es
compensado en parte por algunos subsi-
dios o los desvirtuados fondos del Foce-
gas.
Queda claro y sin dudas alguna la distri-
bución de gas fue durante los últimos
diez años, un sector que pagó caro todo
lo rentable que fue el negocio mientras
duró la convertibilidad económica. Sin
dudas, que aquí pagaron algunos justos
por pecadores.
La distribución por envasado
De los últimos doce años, lo que se
observa claramente son dos periodos
bien diferenciados en el negocio del
envasado y distribución de gas en garra-
fas o cilindros.
Por un lado, cuando había precios libres
y una política de garrafa social, el nego-
cio se desarrolló por los mismos caminos
que venían desde épocas pasadas. Des-
de diciembre de 2008, el negocio cambió
de manera rotunda, porque el Estado se
hizo presente a través del Programa
Garrafas para Todos. Con un subsidio
dirigido a toda la cadena del negocio:
productor, fraccionador y distribuidor, el
precio fue fijo tanto para comprar pro-
ducto como para vender al consumidor
final.
Con un precio de venta que fue uno de
los más bajos en comparación a los pre-
cios de referencia de los países de la
región, el sector vivió un boom de creci-
miento al ritmo del nueve por ciento
anual. En cuatro años, la venta de buta-
El rol del Estado, la encuesta
no envasado creció un
32%. De esta forma se
pasó de un piso de volumen de
550 mil toneladas año de venta a 710 mil
toneladas.
Este crecimiento se dio por dos vías: un
precio económico del gas envasado, que
barrió toda alternativa energética para
aquellos hogares que no tienen gas por
red, y por otro lado la mejora continua
del salario, a partir de las paritarias anua-
les, lo cual generó un poder de compra
fenomenal.
Ese crecimiento también, hay que desta-
car, estuvo respaldado por la inversión
que realizó todo el sector en nuevas
plantas, depósitos y fundamentalmente
en envases.
A diferencia del otro sector que lleva gas
a los hogares, el negocio del gas envasa-
do obtuvo años de ganancias y fue bene-
ficiario de las distintas políticas que sur-
gieron desde las entrañas del Estado.
Las inversiones en el sector
del gas por red vino de la
mano del Estado, mientras
que en el envasado fueron
los propios jugadores del
negocio.